5 de agosto, día de la gran masacre: “No es el divino salvador el que se celebra”

Plaza de las Américas. Foto: Archivo

Por Geovani Montalvo
Especial Boletín El Daltoniano
Noticias sobre la resistencia popular y las juventudes

El Salvador celebra en agosto de cada año a su santo patrón, el divino salvador del mundo. Esta fiesta litúrgica de la iglesia católica es motivo también para el comercio, el consumo y toda una celebración televisada y bien organizada, usando todos los recursos posibles, públicos y privados.

Esto es normal, para una nación que siempre ha tenido la tradición de hacerlo y que cuenta con una población culturalmente homogénea, pero el caso no es este. Ser salvadoreño es sólo una fracción de lo que realmente es ser nativo de este espacio geofísico. Cierto es que hace 189 años, desde los actos independentistas, El Salvador nació jurídica y socialmente como una país soberano con un territorio determinado.

Sin embargo, antes de 1821 hay una historia no registrada con fidelidad, esa es la historia de la invasión europea a este continente, cuando los pueblos mayas, incas y aztecas descubrieron a sus verdugos, que sedientos de dominar el mundo, se preocupaban más por invadir y poseer que de convivir armónicamente en el planeta.

Estas civilizaciones nativas habían desarrollado conocimientos avanzados en las ciencias, conocían el comportamiento del planeta, lo respetaban y asimilaban. Convivían entre ellos como civilizaciones con cultura, religión y una estructura social. Pueblos con sus bondades y carencias, aciertos y desaciertos, organizaciones humanas al fin de cuentas.

Hace 200 años que casi exterminaron un pueblo ancestral que ahora reclama justicia. Fueron habitantes de estas tierras que las trabajaron antes como sus legítimos administradores, después como esclavos de la corona española, inglesa, francesa o portuguesa y ahora, sin mucha tierra ni trabajo, sobreviven bajo el imperio del dominio cultural, económico y político del sistema.

En El Salvador, fueron los pueblos nahuat, cacahuira, lenca, Uluas, chortí y otros más los que sembraron su sangre en la lucha contra el dominio invasor. Y fue un 5 de agosto, en aquellos años de fríos y de crueles combates, que se libró una batalla en el centro del Cuscat –San Salvador-.

El “día de la gran masacre”, así lo relató el sacerdote católico Rutilio Sánchez, frente al Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, representantes de Naciones Unidas y pueblos indígenas en la Plaza de las Américas, lugar conocido como El Salvador del Mundo, durante los actos de conmemoración del día internacional de los pueblos indígenas, en 2009.

“Soy sacerdote católico, me llamo Rutilio Sánchez y quiero hablar como sacerdote católico porque quiero hacer una gran denuncia” inició el Padre Tilo, como popularmente es llamado. Continuó:

En aquel año entraron -los invasores- por las playas de lo que ahora se llama Acajutla “Acaxual” y fue Atúnal llamado Atonal el que dio la gran batalla primera para defender a su pueblo.

Tres meses se tardaron, 90 días se tardaron de llegar desde el que llamamos río paz porque allí es donde se han desarrollado combates y guerra, y por eso nuestra clase dominante, donde hay guerra siempre le denominan paz. Hay que saber entender a lo contrario de lo que explotador quiere decir.

Desde ese río que ahora se llama el río paz, tardaron 90 días hasta llegar a Cuscat, que ahora se llama o se dice mal pronunciado Cuscatlán, fueron pasando por Izalco, por Sesunátan, llamado Sonsonate, por Tecuscalco, por Calúco, subieron a Ateos.

A todo le venían poniendo nombre de santos: La Asunción, Santa María, San Marcos; porque creían que al matar nativos los santos los protegían, y así iban poniendo una cruz de conmemoración.

Llegaron en el mes llamado de Julio a lo que le llamaron -ciudad- Colon, porque ellos también tienen sus nombres, el invasor siempre pone el nombre o deja la defecación con su nombre en el puesto donde mata gente.

Llegaron a lo que después se llamó la Finca San Luis, otro santo guerrero, católico, guerrero cristiano, San Luis de Francia. Después a lo que ahora se llama Santa Tecla y empezaron los combates, voy dando saltos históricos porque quiero llegar a lo principal, allí empezaron los combates capitaneados por el gran padre nuestro, Atlacat, y fueron y fueron.

Avanzaron en la lucha, la superioridad de armas no de gente, los caballos, los escopetones, las espadas toparon contra las macanas e iban venciendo, y el 5, sin duda que no pasaron por este lado, sino por el lado de Antiguo Cuscat, Antiguo Cuscatlán y llegaron al centro del valle de las hamacas.

El 5 vencieron, el 5 de agosto vencieron a nuestros antepasados. Fue la gran masacre de Cuscatlán, ahí venían los sacerdotes católicos, ahí venían los llamados misioneros, porque el conquistador siempre trae un domesticador, nunca lo olvidemos. Y ese día cuando ya habían terminado toda la gran masacre, cuando habían ya aplastado la resistencia, celebraron un himno que los católicos le llamaron Tedeum,

Al día 6, en la liturgia universal, los católicos tenemos una liturgia de todo el año que se llama el año litúrgico y correspondía ese día la lectura y celebración de la transfiguración de Jesús en el santo Tabor, donde Elías, Moisés se unieron con cristo, dos grandes combatientes por la libertad de los pueblos.

Moisés, un príncipe de origen israelita pero príncipe egipcio combatiente en el desierto y que fue venciendo a los pueblos, y Elías, el gran luchador contra los poderes terrenales de aquellos reyes malvados, se lo llevaron en una carroza de fuego y Jesús, nuestro gran hermano, nuestro gran compañero, el que independiente de todo, que haya sido instrumentalizado para matar, sigue gritando libertad entre nosotros, porque la verdad nos hará libre y hoy estamos develando una verdad que nos haga libres con Jesús.

Ese día, el sacerdote en acción de gracia celebró una misa porque habían destruido la raza pipil, pero como coincidía con la celebración de la transfiguración, la misa era en honor de Jesús transfigurado, el divino salvador, por eso se llama este país El Salvador.

Pero no es el divino salvador el que se celebra, sino que ese día los invasores celebraban la masacre, el vencimiento, la victoria sobre nuestro pueblo, eso se nos ha olvidado, eso hace la religión, pero la fe reivindica la historia, y hoy con fe debemos reivindicar la historia que el 5 de agosto es el día de la gran masacre en Cuscat y el 6 es el día de acción de gracias de los tiranos que impusieron su pie, pero que nosotros podemos resucitar con Jesús.

El padre Tilo pronunció estas palabras frente al Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, representantes de Naciones Unidas y pueblos indígenas de El Salvador, con la fuerza que le caracteriza, resumiendo datos históricos por algunos ya olvidados o encerrados en investigaciones poco consultadas.

Reivindicando la lucha histórica de los pueblos indígenas, nuestros abuelos y abuelas, para que las luces y sombras de las fiestas patronales, no nos cieguen y rescatemos lo que se debe rescatar.

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